En su autobiografía, Infinity net, recuerda también que al principio tenía que sobrevivir de restos de comida, como las cabezas de pescado que encontraba en la basura y que ella utilizaba para hacer caldo. “Sufría a menudo una angustia que era como tener los huesos ardiendo”. Basta escuchar a alguien hablar en un perfecto inglés para a renglón seguido meter el extraño «Sangenjo», con la pronunciación de dos jotas que suenan más fuertes que un trueno en una tormenta.