Hombre, las cifras varían de unas fuentes a otras. ». Lejos de desentenderse del reto, Ariel Erlij -al que en el club de voleibol llamaban la Momia por su dificultad para doblar las rodillas cuando jugaba- recogió el guante. Una de esas reuniones fue la que los congregó en torno a un asado en casa de Ariel Erlij, en la localidad de Funes, a 20 kilómetros de Rosario. Según el relato de Gustavo Sirgi, un ex compañero del club Rowing -donde algunos de los amigos habían jugado juntos al voleibol entre los 12 y los 19 años-, aquel día uno de los comensales, Alejandro Pagnucco, relató el viaje que su hermano mayor había realizado al Caribe con algunos amigos del club y contó cómo los gastos del viaje habían corrido a cargo del amigo más pudiente.